Para mi soledad

“Algunas veces, cuando no sé escucharme, cuando la voz se me quiebra o cuando no me entiendo, recuerdo que la soledad de este cuaderno siempre ha sido lo que soy, todo lo que necesito”.

– Palabras doradas, Sara Gabriela Ponce

A veces escribo cosas, camino, me refugio en la soledad. A veces ando con amigos, bailo, vivo, lloro, brillo. A veces solo existo y llevo conmigo un cuaderno vacío, listo para llenarlo de mis días alegres, de mis días tristes. Lo llevo para quejarme del capitalismo, del tiempo perdido, de mi torpeza, de las noches de frío, de la vida sin paz.

Escribo sobre la herida, el rastro de algún nombre, una historia que conté a la mitad y medio secreto se esconde discreto entre los versos. Me guardo entre las páginas sin tanto cuidado, mejor si todo queda así, desordenado, como de verdad soy. Y, entonces, hay poemas con ritmo, algunos con rima —por casualidad— poemas de muerte, poemas de vida y mucha verdad.

Le escribo al tiempo y le hago mis versos a la soledad, a mi soledad de cuaderno, de barranco, de sillón. Escribo sobre lo que pienso entre mis crisis y mis intentos de nadar en el mar.

Quedan poemas que llevan rumbo y sentido. Que se pasean conmigo entre la plenitud y el vacío y, además, me río del mundo que habito, lo escribo y lo grito, lo lloro, lo protesto y lo dedico.